Del resplandor de mil espadas forjadas en las manos de un bárbaro Cimmerio surgen danzantes espíritus de esquirlas metálicas, la fragua de Vulcano terrenal.
Colinas de verdes prados donde sangraron numerosas batallas y miembros amputados.
Gritos en el pozo de la desesperación resuenan como truenos de acero,
Como guitarras tañidas por la ira de los dioses del Asgard,
Como el atronador sonido de los cascos en manadas de fieros caballos salvajes golpeando la tierra alzando nubes de polvo amenazadoras, señalando el apocalipsis, el final de la cuenta atrás.
El viento arrastra cantos lejanos de libertad,
Olor a sangre y muerte impregnando las grietas del núcleo terrestre
Lava que surge como ríos púrpura en continua cascada, explosión cálida que abrasa y purifica.
Tormenta que hace llover sangre, sangre que lava los pecados de los hombres, que ahoga los llantos y el dolor, la desolación desgarrando la carne putrefacta como buitres hambrientos en un baile funesto.
Saphira