Solía creerse diferente a los demás niños, que tan solo podían soñar con ir al bosque en busca de algunas ramas para tallar la mejor espada que les permitiera vencer a sus compañeros de juego, mientras ella seguía las lecciones de su padre manejando una espada de acero mucho mas pesada que aquéllas con las que jugaban los niños de la aldea.
Pero ella vivía en un mundo paralelo en el cual ella era útil, no sólo una pieza más, y se enfrentaba con valentía y arrojo a las más adversas situaciones.
...no entendía tantas cosas...
Le pareció que lo que aquel hombre le ofrecía era cuánto necesitaba para empezar, así que con un gesto de asentimiento dijo:
- Acepto – sin hacer mas preguntas.
Ramnerod dio por finalizada la conversación. Acto seguido se levantó de la silla. Hizo un gesto a Aristane para que le siguiera y salió de la taberna. Se dirigieron a tomar los caballos y emprendieron la marcha.
Ella le seguía intrigada pensando que aquel hombre era de pocas palabras; iba a ser una comunicación difícil...
Mientras seguía al misterioso hombre que la había contratado, con la mirada fija en el suelo guiándose tan solo por el sonido de los pasos del caballo, pensaba en su aldea, en como había marchado de allí en busca de una oportunidad que creía que jamás llegaría y que sin embargo ahora la veía tan cercana...
Aún así no dejaba de preguntarse por que ese hombre que ahora cabalgaba a su lado la había elegido a ella contra todo pronóstico y diferenciándose de la mayoría de artesanos de la ciudad que le habían cerrado sus puertas. ¿Por que lo habría hecho? ¿Se ocultaba alguna razón tras esa decisión? De todos modos debía esperar a llegar al lugar donde se dirigían para quizá obtener respuesta a todo ello, o quizá no la obtuviera nunca…
El hombre cabalgaba concentrado y con una mirada afilada enmarcada por una leve sonrisa, la sonrisa de aquel que posee la sabiduría infinita, como si supiera perfectamente las dudas que flotaban por la cabeza de Aristane y la respuesta a todas ellas.
Poco a poco se adentraban mas en el bosque siguiendo un sendero pedregoso que parecía haber sido hecho para la ocasión.
Aristane comenzaba a sentirse cansada y sedienta de nuevo pero intentaba contenerse, no quería parecer demasiado débil a los ojos del que iba a ser su señor. Temía que el pudiese arrepentirse y así perder la única oportunidad que se le había brindado. No era momento de flaquear con el largo camino que llevaba recorrido ya hacia su futuro. Estaba dispuesta a luchar y morir por su libertad si fuera necesario.
0 comentarios:
Publicar un comentario